Soy Belén, una exploradora del mundo con ilusión. Llegué a la técnica Alexander en una incesante búsqueda por recuperar la salud y la alegría después de un accidente gimnástico que sufrí de muy joven. Tras 21 años de práctica, doy gracias porque ahora vivo contenta en un cuerpo que me acompaña sin dolor.
Soy profesora, estudiante, madre y aprendiz de un pequeño maestro de 5 años.
El silencio es para mí lo que el agua para la vida.
Ya a los 19 años decidí vivir en un convento en Inglaterra, uniendo mis dos pasiones: la vida contemplativa y el aprendizaje de lenguas. Allí hice mi primera inmersión lingüística. Y descubrí en silencio a amarme.
De vuelta a Barcelona, emprendí estudios de Filología Inglesa. Pronto descubrí que mi cuerpo no me seguía. El dolor de espalda no me permitía continuar estudiando. Ahí empezó mi búsqueda para dar con el antídoto al dolor.
Después de probarlo (casi) todo, sin conseguir grandes logros, di con la Técnica Alexander. En tan solo una clase mi cuello se liberó. En mi tercera clase lo había decidido: quería aprender esa técnica y adquirir un nuevo lenguaje -esta vez corporal- más liberador, sin cadenas, ni tensiones creadas por el miedo a empeorar mi lesión: a los 12 años me había lesionado el cuello en un accidente gimnástico.
A Holanda que me fui en diciembre del 2001 para formarme con la Técnica Alexander. Llegué con una maleta grande y un abrigo que no abrigaba. En el hostal, me encontré con unas escaleras empinadas como jamás había visto antes. Empezó en ese momento el viaje Alexander: pensar en ir hacia arriba ante cualquier situación.
Agradezco ese fatídico accidente. Me ha traído mucho. Gracias a él he podido experimentar desde muy joven el dolor. Gracias a mi viaje corporal he aprendido que el cuerpo solo busca una cosa: hacernos caso.
Después de ese proceso profundo de cambio, pude volver a estudiar en la Universidad (cuatro títulos sin enmarcar y algún diploma más), y disfrutar de ejercitar el cerebro sin dañar el cuerpo. Ahora sé cómo ayudar a otras personas a comunicarse con su cuerpo hablando el mismo idioma.
Llegar a vieja con la seguridad de que me voy a saber levantar sola del suelo cuando mi silla se rompa inesperadamente por la carcoma.
Virginia Woolf
Tengo algo para ti: un audio donde te revelo los puntos más importantes para prevenir lesiones en tu espacio de trabajo.